FUENSANTA, agua minero-medicinal de Utilidad Pública desde 1846

El agua de FUENSANTA ha sido refresco y medicina desde antes, incluso, de que existieran las medicinas. Sus propiedades fueron conocidas, con toda probabilidad, por los antiguos astures y, con seguridad, por los romanos, que construyeron las primeras instalaciones balneoterápicas sobre el manantial. Luego, la utilización popular de estas aguas fue constante a lo largo del tiempo.

En 1846, el médico-cirujano de Pola de Siero, don Ignacio López, animado por los excelentes resultados conseguidos al prescribir las aguas de FUENSANTA a sus pacientes, inicia los trámites, ante la Junta Superior de Medicina y Cirugía del Reino, para la construcción de un balneario que se beneficie de estas aguas. Comienza a levantarse el 30 de junio de 1845 y, el 31 de mayo de 1846, las aguas de Fuente Santa son declaradas, por Real Orden, “agua minero-medicinal de Utilidad Pública”.

Este hecho es fundamental. Las aguas minero-medicinales son aquellas que, por su composición, tienen propiedades terapéuticas. Esta utilidad está avalada por el Estado mediante su declaración de Utilidad Pública y su declaración de agua minero-medicinal. En consonancia, el balneario de Fuente Santa disponía de aguas minero-medicinales que ofrecían tratamientos específicos a través de técnicas termales y complementarias prescritas por médicos especialistas.

Ahora que ya sabes más sobre la condición de agua minero-medicinal de Utilidad Pública, probablemente no te extrañes de que las aguas de FUENSANTA sean tan conocidas a lo largo y ancho del mundo. Y es que son muchos sus años de historia, años en los que nunca ha dejado de contribuir a mejorar la salud de las personas.

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