Agua FUENSANTA: siglos de beneficios para la salud

Las propiedades minero-medicinales del agua de FUENSANTA han sido probadas desde hace ya muchos años, como las relacionadas con la curación de enfermedades cutáneas. De hecho, este era uno de los motivos de su reputación popular, así como la causa de que las aguas de FUENSANTA despertasen interés en las autoridades políticas de la época. Ello influyó notablemente en que se construyera la casa de los baños.

No es de extrañar, por tanto, que los sucesivos médicos-directores del establecimiento dedicasen extensos capítulos en sus monografías a describir la acción terapéutica de las aguas sobre las enfermedades que azotaban a la concurrencia. El conocimiento de estos médicos era puramente empírico y procedía tanto de la tradición popular como de la observación de la evolución de los enfermos.

Uno de los médicos que se pronunció sobre las bondades de las aguas de FUENSANTA fue D. Carlos Mestre, en 1853. Atribuyó a las aguas de la Fuente Santa propiedades curativas en dermatosis, clorosis, escrófula, bronquitis crónicas, afecciones catarrales de las mucosas (dispepsias saburrales con hipersecreción de jugos gástricos, gastrorreas y diarreas mucosas, cajinitis, metritis y cistitis catarrales), así como en las afecciones crónicas del pecho (catarros pulmonares crónicos, asma y tisis tuberculosa) y en la sífilis. A continuación, se ofrende un caso práctico que corrobora el efecto positivo de las aguas de FUENSANTA en la salud del paciente:

D.J.M., de quince años de edad, temperamento linfático, natural y vecino de León, llegó al establecimiento el 12 de julio de 1851 con una erupción en la parte media y anterior de la cabeza, ocupando pulgada y media de diámetro con todos los caracteres de tiña que padecía ya año y medio, y que se había hecho refractaria a todos los medios que había empleado para combatirla, así racionales como empíricos. Bebió once días seguidos el agua mineral, durante los cuales por la mañana y tarde se le hizo caer el chorro sobre la parte enferma, marchando el veintitrés del mismo mes perfectamente curado (Mestre, C. 1853; pág. 77).

Desde hace miles de años se ha venido analizando y comprobando cuáles son las propiedades del agua de FUENSANTA. Es un privilegio para nosotros que, a día de hoy, continúe mejorando la salud de las personas.

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